miércoles, 29 de mayo de 2013

Felíz Día de Canarias


Nada es comparable con lo que ocurre en Canarias. En esta autonomía española el sistema democrático es una quimera aceptada por todos, legitimada. De nuestras siete islas, dos de ellas están muy pobladas con el 40 y el 43% de los canarios en cada una, y el resto (17%) en las cinco islas restantes. Cuando se conquistan las libertades democráticas en este país, en Canarias en vez de llevar a cabo un sistema lógico de una persona un voto y de igual valor se establece lo que en su momento se denominó la triple paridad. Había que representar a las islas más pobladas, menos pobladas y a toda la ciudadanía a la vez. Ni idea de lo que es la democracia (quiero pensar). Se crea un sistema en el que las islas menos pobladas eligen al 50% de los diputados en el parlamento y las dos islas más pobladas al otro 50%. Es decir, el 17% de la población elige a la mitad de los parlamentarios y el 83% restante a la otra mitad. Todos conocemos que el voto de una persona de la isla de El Hierro, por ejemplo, vale 14 veces más que el voto de una persona de cualquiera de las islas más pobladas.
Este invento genuinamente canario consiste en llevar la desproporción de las democracias parlamentarias a las máximas consecuencias. Sin duda, es uno de los engaños más importantes que he visto y una de las mayores injusticias realizadas con un pueblo europeo. Es evidente que la clase política en el poder favorezca los deseos de ese 17% de la población. El neocaciquismo adquiere su máxima expresión. Así hemos visto inversiones millonarias para unos pocos mientras una parte de la población de las islas más pobladas sufre pobreza, desarraigo y marginación. Un desastre social de enormes proporciones. Siempre digo en broma (o quizás en serio) que si un habitante de El Hierro le pide al político de turno que le pinte la casa, no solo lo hará sino que si quiere le pondrá un piso más. Su voto vale en el mercado electoral una fortuna. Lo mismo ocurre en las demás islas periféricas. Es evidente también que el ciudadano que no sea de la cuerda del sistema caciquil en esas islas lo tiene dificil.
Tanto los partidos de derechas como los de izquierda han aceptado durante tres décadas esta flamante injusticia, aumentando las diferencias sociales entre las islas más y menos pobladas. Han establecido un sistema caciquil sostenido tanto en partidos de derechas como de izquierdas. A nadie se le esconde el caso de un presidente del cabildo del partido socialista que paga los entierros a los habitantes de una isla. No sé si es de risa o para llorar pero el caso es que no somos iguales ni siquiera cuando acaba nuestra vida. Los partidos (de derechas o de izquierdas) solo se han centrado en conquistar el poder o parcelas de poder, algo que sin duda soluciona la vida a unos cuantos. A los demás que nos zurzan.
Lo más grave es que el problema es irresoluble pues los partidos que se benefician de esa situación no quieren ni oir hablar del tema. Alimentando bien el caciquismo periférico, la situación es absolutamente irreversible. Cualquier partido que proponga un sistema electoral justo verá como ese 17% de la población votará mayoritariamente en contra, por lo que el 50% de los diputados canarios no querrán oir hablar del tema. Tampoco se puede proponer legalmente una iniciativa popular pues la ley no lo permite. Dicen que en democracia el pueblo es soberano y lo que realmente ocurre es que en Canarias unos ciudadanos son más soberanos que otros. Esa es la realidad. No hay solución. En las islas de Gran Canaria y Tenerife, el 83% de la población de Canarias, verá indefinidamente como su nivel de vida y bienestar bajan, y la pobreza y marginación aumentan. Mientras,… sigue la fiesta.

Santiago Hernández León