sábado, 13 de septiembre de 2014

Rajoy da miedo

La sorprendente propuesta de Rajoy para cambiar la ley electoral con el objeto de proclamar alcalde al candidato más votado no ha recibido, desde mi punto de vista, la respuesta adecuada. La impresión es que la ciudadanía, oposición, periodistas, tertulianos, y demás… no han calibrado el alcance de la propuesta. Sólo se han referido al oportunismo electoral, al cambio de normas a mitad del partido, a la precipitación,… Todas ciertas pero pocos han calibrado el alcance de la propuesta.

            La democracia parlamentaria no separa los poderes, sólo los distingue. Así la elección del ejecutivo (léase primer ministro, presidentes de autonomías, alcaldes,…) no los elige el pueblo directamente. Elegimos unas listas cocinadas por las élites de los partidos y entre el legislativo (diputados, consejeros, concejales,…) se elige al ejecutivo. Debido a los consecuentes pactos, el ciudadano observa muchas veces que con su voto sale elegido aquel que no quería. No hablemos de las compra-ventas, tamayazos,… Hemos visto de todo.

            A nadie medianamente informado se le esconde que la verdadera democracia implica la elección popular del ejecutivo. En una primera vuelta se vota en conciencia y en una segunda, entre los dos candidatos más votados, el ciudadano vota a la formación más próxima a su ideología, o simplemente se hace un voto útil. El candidato es elegido por el pueblo y no por un reducido grupo de personas, con sus debilidades, intereses, e inconfesables propósitos. Hasta aquí el lector se preguntará que tiene de malo la propuesta de Rajoy, tiene toda la apariencia de un avance democrático. Déjenme contar primero una historia.

            En las elecciones alemanas de 1932 el partido de Hitler obtuvo el 33% de los sufragios, y sumando los socialdemócratas y comunistas el 37%. Sin embargo, Stalin prohibió a estos últimos pactar con cualquier otra formación política para elegir primer ministro. La historia hubiese sido otra si el presidente de Alemania (Hidenburg) hubiese tenido poderes ejecutivos y el parlamento el simple legislativo. Pero la democracia parlamentaria es así. En Francia, sin embargo, el pueblo se unió en contra de Le Pen en la segunda vuelta de las elecciones de 2002. En las elecciones de marzo de 1933, el partido nazi obtuvo un 44% de los votos, no teniendo tampoco la mayoría necesaria para formar gobierno. Tuvieron que pactar con los nacionalistas alemanes para obtenerla. Algo que ocurre comúnmente en nuestra democracia, el pacto entre dos o más partidos. Al fin y al cabo la democracia es el gobierno de las mayorías.

Sin embargo, Rajoy da ahora un paso temerario y va más allá al redefinir la democracia, aunque sea descafeinada como la parlamentaria, para que no sea el gobierno de las mayorías. Éstas se acabaron, con sólo el 40% de los votos se puede asaltar el poder. El sueño de Hitler. Estoy completamente seguro de que su propuesta no es constitucional pero, cosas veredes Sancho… El alcance de la pretendida reforma electoral es ir un paso más allá en el secuestro de la escasa democracia política en este país. De prosperar creará un precedente amenazador y podrá promover un peligroso viaje sin retorno. Una minoría podrá gobernar sin cortapisas de ningún tipo. El siguiente paso, ¿la presidencia? Y después ¿una ley habilitante? Acaba de derrumbar el estado de bienestar, ahora van a por las libertades. Por favor, que alguien pare esto, ya da miedo.

Santiago Hernández León