viernes, 23 de diciembre de 2011

viernes, 9 de diciembre de 2011

El BCE, el ‘lobby’ de la banca

Vicenç Navarro

Catedrático de Políticas Públicas de la Universitat Pompeu Fabra

Para qué sirve un banco central? Una de las actividades que un Banco Central realiza en un país es imprimir dinero para, entre otras cosas, comprar la deuda pública de su Estado y con ello bajar los intereses que tenga que pagar su Estado para poder vender sus bonos públicos. De esta manera, cuando los mercados financieros quieren especular sobre el precio de tales bonos públicos (promoviendo en los medios de información, con ayuda de las agencias de calificación de riesgos como Standard & Poor’s, que los estados no podrán pagar los intereses de tales bonos, forzándoles a pagar unos intereses muy altos para poder vender sus bonos –lo que se llama prima de riesgo–), entonces el banco central hace funcionar sus imprentas y produce moneda con la cual comprar su deuda pública, defendiéndola frente a la especulación. Esto es lo que hace un banco central digno de su nombre. Ni que decir tiene que hay también riesgos en imprimir mucho dinero, porque, cuando hay mucha moneda, puede incrementarse la inflación. Pero la inflación en la eurozona no es un problema. Antes al contrario, es demasiado baja, dificultando el crecimiento económico, que es el mayor problema de esta comunidad monetaria.

El problema con la deuda pública de los países de la eurozona es que sus bancos centrales no pueden imprimir dinero ni tampoco pueden comprar su deuda pública. Los estados están totalmente desprotegidos. De ahí que todos (desde Grecia hasta Alemania) tienen o tendrán problemas con su deuda pública. El único banco central que puede imprimir dinero es el Banco Central Europeo (BCE). Pero el problema con este es que no actúa como un banco central, es decir, no compra los bonos públicos de los estados miembros, ni tampoco presta dinero a los estados. El famoso artículo 123 de su reglamento lo dice muy claro. El BCE no podrá comprar deuda pública de los estados. Estos no pueden hacer nada frente a la especulación de los mercados financieros.

Los que sí pueden pedir prestado dinero al BCE son los bancos privados, y lo pueden conseguir a unos intereses bajísimos, al 1,25%. En cambio, los estados tienen que pedir prestado dinero a los bancos, pagando unos intereses elevadísimos, incluso del 7%, como es el caso de Italia (en España es el 6,5%). Este arreglo es una bonanza para los bancos privados. Consiguen dinero fácilmente del BCE y con ello compran bonos públicos que les producen una rentabilidad del 6% o del 7% de lo que compran. El BCE actúa de esta manera, privilegiando a los bancos privados sobre los estados, transformándole en un lobby de la banca.

Como consecuencia de esta situación, los estados se tienen que endeudar más y más y deben mucho dinero a los bancos privados. Y ahí está la raíz del mal llamado problema de la deuda pública, que es incluso más acentuada en aquellos países como Grecia, Portugal, Irlanda, España e Italia, que habiendo estado gobernados por las derechas por la mayoría del periodo posterior a la II Guerra Mundial, tienen estados muy pobres (sus ingresos al Estado son muy bajos: España, por ejemplo, sólo representa un 34% del PIB, frente al 44% en el promedio de la UE-15 o el 52% en el caso de Suecia), resultado de unas políticas fiscales muy regresivas y de un enorme fraude fiscal (en España se calcula que alcanza unos 65.000 millones de euros).

La deuda pública de estos estados ha ido creciendo, no porque su gasto público haya ido creciendo (como los autores neoliberales erróneamente indican), sino porque han cambiado de banco. En lugar de conseguir dinero de su propio banco central, ahora tienen que pedir prestado dinero a los bancos privados. En realidad, si pudieran pedir prestado dinero al BCE a unos intereses de 1,25% (como los bancos privados), no habría ningún problema con su deuda pública. (Ver Ellen Brown, The European Central Bank withholds relief while Rome Burns). Y ahí está la raíz del problema. Se ha diseñado un sistema en la eurozona en el que los estados dependen de la banca privada para conseguir dinero. Y esta es una realidad que el lector raramente leerá en la prensa financiera o económica.

Los bancos se forran a costa del endeudamiento de los estados. Un círculo virtuoso para la banca. Pero la situación es incluso peor que la ya descrita, pues el BCE, al romper con el espíritu del famoso artículo 123, comprando deuda pública a estados como España e Italia, ha puesto como condición que los salarios y la protección social disminuyan, acentuando la necesidad de privatizar el Estado del bienestar, tanto sus transferencias públicas como las pensiones, así como los servicios públicos como la sanidad.

Estas condiciones están escritas en una carta, no conocida por el público, que el entonces gobernador del BCE, Jean-Claude Trichet, y el gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, escribieron al presidente Zapatero condicionando la compra de bonos públicos del Estado español a la toma de tales medidas por parte del Estado español.

Un tanto semejante ha ocurrido con Italia. ¿Por qué hacen tal petición en su carta? En teoría, esta reducción de los salarios y de la protección social se exige para aumentar la competitividad de la economía española y salir así de la recesión. Este es el argumento neoliberal hoy en boga. Es fácil de demostrar que este argumento carece de credibilidad. Suecia es el país con salarios más elevados y con mayor protección social, y su tasa de crecimiento económico es de un 5,6%, uno de los más elevados de la Unión Europea. La explicación real es que, por una parte, el descenso de los salarios aumenta el endeudamiento de la población (lo cual es bueno para la banca) y, por otra, la privatización de las transferencias y de los servicios del Estado del bienestar son la generalización de la deseada privatización de las pensiones públicas y la privatización de la sanidad, el sueño de la banca y de las compañías aseguradoras. Y lo están consiguiendo.

Publicado en Publico.es el 8 de diciembre de 2011

jueves, 24 de noviembre de 2011

La democracia desigual e incompleta y sus consecuencias económicas y políticas

Artículo publicado por Vicenç Navarro en el diario digital EL PLURAL, 21 de noviembre de 2011

Este artículo cuestiona la visión idealizada de la democracia española que presenta el comportamiento de las instituciones representativas como resultado del mandato que la ciudadanía ejerce a través del proceso electoral en el que se asume que cada ciudadano votante tiene la misma capacidad de incidencia en la gobernanza del país. Tal visión ignora que tanto el sesgo electoral que favorece a las fuerzas conservadoras, como el contexto en el que se desarrolla tal proceso, traduce la enorme influencia que las fuerzas conservadoras, así como grupos de presión dentro de ellas (tales como la banca dentro y fuera de España) ejercen en configurar las políticas de aquellas instituciones. El artículo indica que la mayor causa de la reducción de la democracia española no se debe tanto a factores externos (como la presión de los mercados financieros) sino a la distribución de poder económico-político dentro de España con un sistema democrático poco representativo. Las políticas actuales realizadas por el gobierno Zapatero así como las que desarrollará el gobierno Rajoy no corresponden a un mandato popular, puesto que el proceso electoral no refleja el mandato de la mayoría de la ciudadanía española.

Existe una visión de la democracia que la considera el sistema político que iguala a todos los ciudadanos ante las urnas en el día de las elecciones. El voto del banquero, por ejemplo, cuenta tanto como el voto del trabajador. Es un voto por cabeza. La democracia se presenta así como el sistema político que permite expresar las opiniones de cada ciudadano dándole igual peso a través del proceso electoral. Javier Pérez Royo, en su artículo “La erosión de la Igualdad” (El País. 12.11.11) subraya tal característica igualadora de la democracia española indicando que esta característica queda amenazada cuando las decisiones de los elegidos, los representantes de la ciudadanía, responden a influencias exteriores, tales como los mercados financieros, que rompen con este principio de igualdad, pues su poder es enorme y fuerza a que los representantes tengan que tomar decisiones en contra del deseo popular. Javier Pérez Royo alerta de que tales factores externos están reduciendo la democracia española a unos niveles insoportables.
Tal versión de la democracia y de sus limitaciones externas, bien resumida en el artículo de Javier Pérez Royo, está basada en unos supuestos altamente cuestionables. En primer lugar, la característica de la democracia y su sistema electoral como igualitario es fácilmente demostrable que no se corresponde con la realidad en nuestro país. En España, el voto de una persona que viva y vote en territorios tradicionalmente conservadores, tiene mucho más valor en su capacidad de influenciar el proceso de gobernanza del país que una persona que viva y vote en un territorio tradicionalmente progresista. En otras palabras, el sistema electoral tiene un sesgo muy marcado que favorece a las derechas a costa de las izquierdas. El caso más extremo es el caso de Izquierda Unida que, en las últimas elecciones al Congreso de los Diputados consiguió casi un millón de votos, y a pesar de ello, la ley electoral le permitió tener sólo dos representantes en las Cortes Españolas, un número mucho menor que otros partidos de persuasión conservadora, que obtuvieron muchos menos votos. En realidad, la suma de todos los votos a partidos de izquierda en la mayoría de elecciones legislativas a las Cortes Españolas ha sido mayor que los votos a las derechas (2.677.061 votos en 1982; 1.460.497 en 1986; 2.174.278 en 1989; 2.014.027 en 1993; 1.250.822 en 1996; 2.152.514 en 2004 y 1.486.896 en 2008), sin que ello se haya traducido en mayorías de izquierdas en las Cortes españolas, excepto en el periodo 1982-1993 (ver el artículo “Cuestionando algunos de los análisis que se han hecho sobre las elecciones del 9 de marzo del 2009”, de Vicenç Navarro, Marta Tur y Maria Freixanet, en www.vnavarro.org)
Y esto no ocurre por casualidad, pues responde a un diseño realizado en la época predemocrática, cuando la Asamblea del Movimiento Nacional puso como condición para su disolución que el proceso electoral tuviera un sesgo en contra de las izquierdas y muy en especial en contra del Partido Comunista que fue el partido clandestino que protagonizó la lucha contra la dictadura. Es cierto que este sesgo no ha impedido, como he indicado en el párrafo anterior, que un partido cuyas bases electorales son de izquierda, el PSOE, haya obtenido incluso mayorías absolutas en las Cortes. Pero el hecho es que sus propuestas reformistas, incluidas en sus programas electorales, frecuentemente no han sido realizadas debido a tener que aliarse con partidos a su derecha para conseguir la mayoría parlamentaria. El apoyo del PSOE al sistema electoral vigente que favorece el bipartidismo (y que le favorece electoralmente) ha obstaculizado, sin embargo, la aplicación de su programa, contribuyendo a la frustración y desapego de su electorado. La situación actual es un ejemplo de ello.

Las limitaciones a la democracia no son sólo externas
El segundo supuesto erróneo de la versión idealizada de nuestra democracia es asumir que los agentes limitadores de la democracia sean predominantemente externos, citándose con gran frecuencia a los mercados financieros como uno de ellos, una categoría analítica excesivamente genérica. En realidad, estamos hablando del capital financiero, centrado en la banca. Pues bien, la banca española (no extranjera) ha sido el mayor poder fáctico (mayor que la Iglesia y el Ejército) que ha condicionado con mayor frecuencia e intensidad la acción de los gobernantes en España. La evidencia científica que apoya tal observación es robusta.
La enorme influencia de la banca (aliada frecuentemente con la gran patronal) en el proceso político, incluyendo el proceso electoral (y no digamos ya en el proceso legislativo) es enorme. Tal influencia se realiza no sólo directamente, actuando sobre los políticos, sino también indirectamente, a través de los medios de información sobre los cuales ejercen también gran poder (véase mi artículo La Banca, el Fraude Fiscal y el The New York Times en www.vnavarro.org). Los mayores medios de comunicación están altamente influenciados por la banca debido a su clara dependencia económica. Y puedo hablar con autoridad. Diez días antes de que un libro Hay alternativas. Propuestas para crear empleo y bienestar social que tres economistas (Juan Torres, Alberto Garzón y yo mismo) escribimos, presentando políticas públicas alternativas a las existentes (crítico de la banca y de otras instituciones financieras y de la gran patronal) que iba a publicarse por una de las mayores casas editoriales en España, se retiró y toda la promoción desapareció debido –según la propia casa editorial- “a presiones externas a la editorial” que, aún cuando no fueron especificadas, procedían, en última instancia, de una institución financiera.
Ha sido la banca española, aliada predominantemente con la banca alemana y francesa, la mayor responsable de las burbujas inmobiliarias, y más tarde de la deuda pública, causa de la crisis en la que nos encontramos. En realidad, lo que estamos viendo hoy es como el gobierno español está aplicando las medidas que la banca española y la gran patronal han estado deseando por muchos años utilizando el argumento de que la presión de una fuerza externa –los mercados- no permite otras políticas que las que se están realizando. No hay duda de que estas políticas se exacerbarán todavía más con el gobierno de derechas que ganó las elecciones legislativas este domingo.
Tales políticas de austeridad de gasto público, incluyendo el social, con debilitamiento de la protección social, no sólo son innecesarias, sino que son contraproducentes, llevando al país a la Gran Recesión. Prueba de ello es que todos los grandes recortes de derechos sociales y laborales que han ido aprobándose en las Cortes españolas (y que se defendieron con el argumento de que eran necesarios para calmar a los mercados financieros), han sido inútiles, tal como algunos de nosotros predijimos, para recuperar la confianza de tales mercados y evitar el deterioro de la economía.

La predecible respuesta neoliberal a la crisis
La respuesta del PP y de economistas ultraliberales como Sala i Martín al hecho de que la economía española no se está recuperando, es que tales recortes de gasto público (incluyendo el social) han sido demasiado pequeños y que las reformas laborales (encaminadas a facilitar el despido de los trabajadores) no han sido suficientemente duras. Tal postura carece de credibilidad científica. Es el triunfo del dogma sobre al evidencia empírica. No es extraño que los que sostienen tal dogma, nieguen también –como hace Sala i Martín- que haya un cambio climático resultado de decisiones y actividades que podrían haberse evitado o revertido. El consejo de tal economista al futuro gobierno de Rajoy es que hay que gobernar con mano dura “aplicando recortes dolorosos que crearán malestar social…ignorando el nuevo radicalismo del PSOE… y las posturas demagógicas populistas de los indignados” (La Vanguardia. 17.11.11). El dogma neoliberal y los recortes que propone, en el país que tiene ya el gasto público (incluyendo el social) más bajo y el Estado del Bienestar menos desarrollado de la UE-15, no nos llevará a recuperarnos. Antes al contrario. Y creará un número todavía mayor de movilizaciones de protesta.

El problema está dentro, no sólo fuera de España
La enorme indignación que estas políticas han generado debe canalizarse, sin embargo, hacia el interior, y no sólo o predominantemente al exterior. El mayor problema lo tenemos dentro, no fuera del país. Por cada recorte que se está imponiendo a la población, existe una alternativa que ni se consideró y que habría afectado a los intereses de los sectores pudientes de la población en lugar de los sectores populares. En lugar de congelar las pensiones, que permitió un ahorro de 1.500 millones de euros se podría haber anulado las rebajas fiscales –aprobadas por los partidos PSOE y PP- a las grandes empresas que facturan más de 150 millones de euros (y que son sólo el 0,12% de todas las empresas) con lo que se podrían haber obtenido 5.300 millones, cantidad muy superior a la obtenida con la medida anterior.
El hecho de que sistemáticamente las políticas públicas que se aplican favorecen sistemáticamente a aquellos grupos minoritarios que derivan sus rentas predominantemente del capital, a costa de las rentas del trabajo (de donde derivan sus ingresos las clases populares) tiene que ver más con los factores internos (las relaciones de poder de clase dentro del país) que externos, sin negar la existencia de los últimos. Hay una alianza de intereses financieros a nivel europeo e internacional que explica que el diseño de las instituciones de la Eurozona favorezcan sistemáticamente a las élites financieras de cada país, que controlan en realidad el Banco Central Europeo, que no es un banco central sino un enorme lobby de la banca y, muy en especial, de la banca alemana.
La crisis de la deuda pública española tiene muy poco que ver con el tamaño de la deuda pública o con el tamaño del déficit (Italia tiene un déficit del Estado de sólo un 4% del PIB y la deuda pública española es menor que el promedio de la UE-15). La causa de sus problemas es la falta de herramientas por parte de Estado español (tales como impresión de moneda y compra de deuda pública) que le permitiera defenderse frente a los ataques especulativos de los mercados financieros. Como bien ha descrito y documentado Jeff Faux, fundador del conocido instituto de investigación económica internacional, The Economic Policy Institute en su libro The World Class War, existe una alianza de las élites dominantes (o de lo que los indignados estadounidenses definen como el 1% en cada país) a nivel internacional que dominan las instituciones internacionales (incluyendo el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional) que apoyan medidas que favorecen los intereses de tales minorías en cada país.
No es, pues, la desaparición de los Estados, sino el reforzamiento del conflicto dentro de cada país, entre una minoría muy poderosa, por un lado, y las clases populares por el otro, con el apoyo de las primeras por parte de estos organismos internacionales, como el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional.
De ahí la enorme urgencia de informar a la población de que hay alternativas que favorecen a las últimas en lugar de a las primeras, rompiendo con el determinismo imperante de que las que se están imponiendo son las únicas posibles. Y una alternativa urgente y necesaria es democratizar el sistema electoral español para que las Cortes españolas defiendan los intereses de la mayoría de la población, lo cual no ha estado haciendo, resultado de la enorme desigualdad existente en la democracia española, causa del enorme desprestigio de la clase política del país.

martes, 8 de noviembre de 2011

¿Es legal el debate entre PP y PSOE?

Santiago Hernández León


Una vez más hemos tenido debate entre los dos partidos que a priori tienen más posibilidades de ganar las elecciones. La ciudadanía lo esperaba con ansiedad, la gente tiene sed de debate y éste se mira como algo positivo. Sin embargo, no parece claro que sea un procedimiento legal, o al menos, transparente. Si el criterio se basa en seleccionar aquellos partidos que obtuvieron más votos en las pasadas elecciones quizás se pueda justificar, pero el concepto de elecciones en democracia es, o debe ser, borrón y cuenta nueva. Puede ocurrir, y a veces pasa, que una parte del electorado cambie su opinión y en vez de votar por el partido A ó B se deciden por el C. En este caso, los más votados serán por ejemplo B y C. ¿Es justo que se le haya dado una oportunidad propagandística de oro al partido A? Parece que no. ¿Se ha perjudicado seriamente a C? La respuesta es evidente.

En democracia, todos los partidos de ámbito nacional, aquellos que se presentan a un número de circunscripciones suficiente como para poder gobernar (deberían ser todos pero ese es otro tema), deben entrar en el debate. Es lo justo pues de otra forma estamos no solo fomentando el bipartidismo sino favoreciendo que el bipartidismo siempre tenga los mismos colores. Sin duda, esta estrategia es parte de esa opereta de la democracia parlamentaria en la que vivimos. Prácticamente anula la posibilidad de que un tercer partido entre en la competencia por el liderazgo.

Lo verdaderamente democrático  es que el sistema de votaciones sea a dos vueltas (en una se vota en conciencia, en la otra se hace voto útil). Solo en este caso sería legal un debate con las dos formaciones más votadas en la primera vuelta. Querer hacer un debate en nuestro sistema electoral es un claro fraude y, sin duda, una forma por la cual los dos partidos mayoritarios reconocen que no creen en la democracia, solo les interesa el poder a toda costa, aún saltándose la decencia.

Un claro ejemplo de lo que digo es que desde siempre han pactado no hablar de los temas que les desacreditan y que podría hacer que el partido C pueda prosperar. No hablar de la corrupción en un debate de este tipo es tomarnos por idiotas. Es el máximo nivel de conchupancia. Se echan los trastos a la cabeza en la campaña electoral, debaten duramente (a veces), pero están de acuerdo en lo fundamental (el poder y el dinero). Nadie más debe entrar en ese juego. Y la gente tan tranquila y ansiosa.

miércoles, 19 de octubre de 2011

Conferencia en el Círculo Cultural de Telde

El próximo viernes día 21 tendremos la conferencia titulada "Democracia para idiotas". Será en el salón de actos del Círculo Cultural de Telde, calle Juan Diego de la Fuente, 12, piso segundo, a las 20:00 horas. Hará la presentación Fernando Ojeda Pérez.

Analizaremos lo que es la democracia en sus vertientes política y social y se realizará una comparación entre los requisitos que debe cumplir un régimen democrático, y en qué grado cumplen las democracias parlamentarias con dichos requisitos. Consideraremos los conceptos de separación y división de poderes, las elecciones primarias, la financiación de los partidos, la elección del poder ejecutivo, legislativo y judicial; la limitación de los mandatos, la transacción del voto, el bipartidismo, la alianza de partidos, la prensa,…

domingo, 16 de octubre de 2011

Una interesante idea: www.votowiki.net

Hace unas semanas nos preguntamos cuál podría ser la salida del 15-M con respecto a las próximas elecciones. Una de esas respuestas puede estar en www.votowiki.net, una interesante idea para no dispersar el voto, para que tu voto pueda ser útil el próximo 20 de noviembre sin renunciar a tus preferencias.

La idea es tener una red de coordinación democrática ciudadana. Desde aquí animo a todo el personal a entrar y comenzar a sentir lo que puede ser un cambio en la forma de vivir la antigua plaza, aquél sitio donde el pueblo podía exponer sus inquietudes, ponerse de acuerdo y tomar decisiones.

Excelente idea.

miércoles, 14 de septiembre de 2011

¿Cuál crees que puede ser la salida del 15-M?

No cabe duda que existe un debate nacional acerca de cómo se debería encauzar toda esa energía potencial que se llama 15-M para forzar el cambio hacia una sociedad más democrática en nuestro país. Una gran mayoría de la población simpatizó en su momento con dicho movimiento. Lo curioso es que tanto los votantes de izquierda como de derecha vieron con buenos ojos la protesta ante un sistema que se ha convertido en indecente para sus ciudadanos. Sin embargo, nadie vislumbra la salida y mucha gente piensa que quedará en la historia como un amago más de rebelión ante una situación injusta.
Sinceramente creo que cuando una idea penetra en la ciudadanía, difícilmente se olvida. Por tanto, o bien el sistema imperante hace guiños de cambio para que todo siga igual, o bien se acelera el proceso de democratización. El sistema ya está en lo primero y desde luego quitará fuerza a los que quieren un sistema democrático propiamente dicho. El problema está en los que hasta ahora no han dado señales de tener una fuerte base ideológica, una propuesta sólida, un norte. Una cuestión importante es que presentarse a las elecciones es tiempo perdido, pues nadie puede competir con el sistema a la hora de financiar una campaña, utilizar los medios de propaganda, o simplemente hacer llegar un mensaje claro al público en general sin que sea distorsionado. Es imposible.
Desde aquí lanzamos la pregunta. Utiliza los comentarios de este blog para proponer cuál puede ser ese norte al que hacíamos referencia en el párrafo anterior. ¿Cuál debe ser la base ideológica? ¿Qué estrategia se debe adoptar? ¿Qué se puede hacer en la próxima convocatoria electoral? A medida que vayan llegando los comentarios los iremos publicando.

jueves, 8 de septiembre de 2011

Ni calasas ni solesiadas

Antonio Morales Méndez

Decididamente parece que el verano no le sienta bien a la democracia. Ni el verano ni los loco playas mensajeros de los mercados que atentan contra su futuro. Hace ya dos años, finalizado el estío de 2009, y en este mismo medio, escribí un texto resumen de lo acontecido en ese mes de agosto, que titulé “Las democracias no son para el verano”, en el que me hacía eco de la gravísima situación que se vivía con un sinfín de casos de corrupción en los medios de comunicación (decía el PP que aventados por el PSOE para tapar los propios y que utilizaba para ello a los policías, a los jueces…), con millones de trabajadores absolutamente desprotegidos, llenos de miedos y desaliento y del abandono de las víctimas y los familiares del accidente aéreo de Barajas de 2008.

Dos veranos más tarde la situación denunciada no sólo no ha mejorado sino que se ha agravado penosamente: los afectados por el accidente del JK 5022 siguen en las mismas condiciones, desprotegidos por el Estado y con un informe emitido tres años después –también en este agosto- por una CIAIAC incompetente y de imparcialidad cuestionable que exonera a las grandes compañías de aviación y deja en manos de la rentabilidad económica de éstas y de su cuenta de resultados la seguridad de todos nosotros; los trabajadores de este país continúan en un pozo sin fondo, cada vez con más hogares sin ningún tipo de recursos, con un mayor grado de exclusión social y con unas expectativas de futuro desesperanzadoras y los casos de corrupción que sembraron la alarma y la desazón en tanta gente (Tebeto, Tindaya, Góndola, Eolo, Faycán y Brisan en Canarias y Gürtel, Fundescan, en Madrid, Camps, Fabra y compañía en Valencia, Mata, Andratx y Palma en Mallorca, Totana en Murcia, etc), continúan en el limbo debido a que una Justicia lenta, sin medios, y algunas veces servil, no los ha puesto en su sitio y castigado severamente como principales causantes del debilitamiento de la democracia y el desafecto de la ciudadanía.

Transcurrido este tiempo, la realidad ha tomado una deriva increíble y todo parece haberse precipitado en este aciago verano. Los índices de percepción de la ciudadanía sobre la política y los políticos son cada día más negativos. El descrédito y los abismos que se abren entre los españoles y la política son cada día mayores.

A principios de agosto, la parte más visible de la voracidad del capitalismo no dudó en poner contra las cuerdas a EEUU y Europa, amenazando con llevarse por delante a Italia, España, Francia y por ende el proyecto de unidad europea. Era, como se pudo comprobar más tarde, una clara escenificación de su fuerza y de una potente amenaza; de hacer constar que son los mercados quienes toman las decisiones y que los estados y los gobiernos de turno no son más que torpes muestras de una caricatura de democracia. Se vivieron momentos muy duros de pavor e incertidumbre que se tradujeron posteriormente en un ataque brutal a lo público y a la propia democracia.

Como consecuencia de este embate de los mercados, en una buena parte de Europa y, desde luego, en España, se pone en marcha una presión calculada para exigir la desaparición de un número importante de municipios y, más tarde, de las diputaciones (Rubalcaba dixit). Alrededor de todo ello, unas veces de manera interesada y otras de manera inconsciente, se empiezan a suceder titulares hablando del despilfarro de los municipios, de los sueldos desmesurados de los alcaldes (así, de manera genérica) y de lo caro que supone al Estado mantener todo eso. No es casualidad tampoco que las instituciones municipales, que en las encuestas siempre han aparecido con una valoración alta por parte de los ciudadanos, salgan ahora también muy cuestionadas. Y es que van calando los mensajes. Todo lo público sobra. De repente ahora, tras siglos y siglos de existencia de estas administraciones, cercanas y efectivas como ninguna otra, nos damos cuenta de que no sirven para nada, que están de más y que son carísimas de mantener. Se trata en definitiva de transmitirnos que los servicios que prestan estas administraciones cercanas pero despilfarradoras, derrochadoras y mal gestionadas, se podrían sustituir por utes empresariales serias y solventes, ejemplos de buena gestión y llevadas por ejecutivos impecables que entonces si podrán cobrar sueldos millonarios, que pagaríamos todos, como ahora sucede con las eléctricas, las telefónicas, las cajas de ahorros, la banca estatal, etc, que antes eran públicas y ahora nos tienen sometidos a todos.

Por eso hay que ir a por los ayuntamientos, a por las diputaciones y después a por las comunidades hasta ahogarlas, desacreditarlas y poner a los ciudadanos en contra, con la complicidad de un gran poder mediático en manos de los grandes lobbys empresariales.

Y para eso, en posición de firme ante el neoliberalismo más duro y el capitalismo más brutal, al señor Zapatero no se le ocurre otra cosa que proponer al PP -en contra de la posición de otros países europeos como Dinamarca, por ejemplo, que acaba de aumentar su déficit público “para dinamizar la economía”, y en contra de la opinión de premios Nobel como Krugman, Stiglitz o Eric Maskin- modificar la Constitución española con el objetivo de limitar el déficit público y mandar otro mensaje de tranquilidad –el latiguillo de siempre- a los mercados, a los que, por cierto, la medida les ha entrado por un oído y salido por otro. Se ha escrito mucho sobre este tema y yo no quiero repetirme, pero está meridianamente claro que se trata del desprecio más absoluto a la democracia, a la pluralidad de partidos y a la ciudadanía y a sus organizaciones sociales y –esta reflexión no la he escuchado y me parece especialmente grave- al Parlamento. De un plumazo se escenifica, aunque esto no es nuevo, ante todos nosotros que el Parlamento, que el Poder Legislativo, una parte fundamental del Estado de Derecho, está a las órdenes del gobierno o de los partidos. Nos deja absolutamente claro el señor Zapatero que él toma una decisión y sus diputados –a pesar de algunas veladas críticas de salón- tendrán que seguirle sí o sí. El Parlamento está obligado a votar lo que digan los señores Zapatero y Rajoy. Y punto. Gravísimo, pero real. De un plumazo se decide cambiar la Constitución del consenso y el diálogo de la transición, para convertirla en un instrumento de arrinconamiento del Estado de Bienestar, para consolidar un modelo neoliberal social y económico. Para afianzar un bipartidismo entregado al capitalismo más duro. Para hacer de la Constitución un libro de cuentas, como si el país fuera un gran centro comercial. Para, por una vía absolutamente antidemocrática, cambiar el sistema político de un país convirtiéndolo en neoliberal, así, sin más. Como si no fuera mucho más urgente y necesario hacer todas las reformas que sean precisas para modificar la Ley Electoral, para apuntalar el Estado de Bienestar o para profundizar en los mecanismos de creación de empleo y vivienda…

Igualito que en Francia, donde sí saben de constituciones sagradas. Ahí al señor Sarkozy, que junto con Merkel está dirigiendo la política económica española, no se le ha ocurrido cambiar la Constitución sino poner en marcha –también en agosto y a petición de los franceses más ricos- un gravamen especial del 3% a los que ganan más de 500.000 euros hasta bajar el déficit. Aquí, dice el señor Rubalcaba –que anda prometiendo ahora todo lo que no ha querido hacer mientras gobernaba- se tomará esta medida en la próxima legislatura. Y no se le termina de caer el pelo.

Cuanto sometimiento, Dios mío, de una socialdemocracia incompetente para buscar alternativas y de una derecha retrógrada, seguidista e incapaz de poner otras propuestas que no sean la de más privatizaciones y menos Estado.

Nunca un verano había dado para tanto liberticidio. Los políticos de turno con capacidad de decisión no han intentado siquiera disimular su papel de comparsas y de cómplices activos y necesarios para el desmoronamiento de la democracia, de los derechos sociales y laborales, de la defensa de las libertades y de lo público.

No son calasas ni “solesiás” de un verano intenso. Aunque nos lo quieran hacer creer, los disturbios de Londres, como antes los de París, Grecia, etc, no son una anécdota. El rechazo a la política y a los políticos no es una casualidad. El aumento de la extrema derecha no es una broma.

lunes, 8 de agosto de 2011

Por qué Grecia y España no se recuperarán


Vicenç Navarro


El mayor problema que tiene la economía griega no es  primordialmente de carácter económico o financiero. Es un problema  político. Tiene que ver con el enorme poder que la banca ha tenido, y  continúa teniendo, en la estructuración de la Unión Europea y de la  Eurozona, así como en la génesis de la deuda pública de los países  llamados despectivamente PIGS, cerdos en inglés, (Portugal, Irlanda,  Grecia y España). Ahora bien, este poder de la banca ha contado con  un gran aliado y cómplice: las clases más adineradas de los países de  la Eurozona, incluyendo las de los países PIGS.

Veamos los datos, comenzando por las reglas que los bancos  escribieron sobre las cuales se establecería la Eurozona. Estas reglas  son las responsables de que Grecia nunca podrá (ni tampoco España)  salir de la recesión a través de las políticas que se están siguiendo.

Una fue que los Estados, al incorporarse al euro, perdieron el control sobre su propia moneda. Es decir, que en momentos de recesión (cuando la economía está estancada), el estado griego no puede  devaluar la moneda y con ello poder abaratar sus productos y  venderlos más fácilmente al exterior, recuperándose a base de ello.

Suecia y Noruega, por cierto, se han recuperado de la recesión  mucho mejor y más rápido que Finlandia,  como consecuencia de que  los dos primeros pudieron devaluar su moneda, lo cual no pudo hacer Finlandia al pertenecer al euro.

Otra regla es que, al integrarse al euro, los Estados dejaron de tener la potestad de imprimir dinero y establecer el precio del mismo.

Cuando un país está en recesión, su Banco Central imprime dinero y/o abarata el precio del dinero, disminuyendo así los intereses bancarios, facilitando que tanto los ciudadanos como los empresarios puedan conseguir préstamos con los cuales consumir bienes y servicios e invertir, y así producir empleo y estimular la economía.

Negarle al estado que tenga control sobre el crédito es imposibilitarle el poder estimular la economía. Una función de un Banco Central es, precisamente, la de garantizar el crédito, lo cual funcionó bien en la mayoría de países europeos hasta que llegó la moda neoliberal con el Presidente Reagan de EEUU y la Sra. Thatcher de Gran Bretaña, que hicieron creer a muchos gobiernos europeos que desregular el crédito era bueno para un país. El último caso que vimos fue Islandia, que  conllevó un enorme problema, como también lo creó en los otros países que desregularon el crédito (que fueron la mayoría).

Y, por si fuera poco, la tercera regla era que un país no podía seguir políticas expansivas de gasto público. Es decir, un estado no podría gastar mucho para estimular la economía, pues el estado, según el criterio de Maastricht, no podía tener un déficit estatal mayor del 3% del PIB y una deuda pública mayor del 60% del PIB.

Claro que el criterio no decía cómo debía bajarse el déficit para alcanzar el número mágico del 3%. Pero insistieron en que los estados bajaran los impuestos como manera de estimular la economía, considerando erróneamente que los ricos, que eran los máximos beneficiarios de los recortes de impuestos, consumirían más  que ahorrarían (de hecho, invirtieron en sectores especulativos). Esta insistencia en que el estado bajara los impuestos no dejaba al estado otra alternativa que la de recortar el gasto público. Esto eliminó la posibilidad de que el estado pueda estimular la economía mediante, por ejemplo, inversiones en áreas de creación de empleo.

Estas tres reglas hacen muy difícil, casi imposible, para Grecia  (y para España), salir de la crisis. En realidad, estas reglas fueron muy importantes para que la crisis se presentara en Grecia con la gravedad con laque se ha presentado.

¿QUÉ PASA EN GRECIA? LA ALIANZA DE LA BANCA CON LOS RICOS  

Una característica de Grecia, que comparte con España, es que ha estado gobernada por la ultraderecha por muchos años. La dictadura de los coroneles fue (como lo fue también la dictadura de los generales en España) una dictadura de los ricos en contra de las clases populares. Ello ha determinado que los ricos no tienen la costumbre de pagar impuestos. El fraude fiscal ha sido enorme, consecuencia de la laxitud del estado, que ha continuado controlado por los ricos durante la democracia que siguió a la dictadura. En 2010 sólo 15.000 griegos, de un total de once millones de ciudadanos, declararon al estado ingresos superiores a 100.000 euros al año, lo cual contrasta con la existente concentración de la riqueza y de las rentas, visible en los suburbios de las ciudades griegas. Se considera que casi la tercera parte de la renta nacional (la poseída por los ricos en su mayoría) no se declara.

Ello ha forzado al estado griego a endeudarse hasta la médula para pagar los gastos del estado (en infraestructura y en servicios públicos, así como en gastos militares que significan una carga muy importante en el presupuesto nacional). Esta deuda recoge también a deuda incurrida por los gobiernos militares, no elegidos democráticamente, y cuyo gasto militar lo tiene que pagar ahora el  estado democrático. Éstas son las causas de que el estado griego tenga un problema de déficit del estado (12% del PIB) y de deuda pública, todavía mayor (150% del PIB). Pero esta realidad quedó, en parte, ocultada por el estado con la ayuda del banco Goldman Sachs.

El diario alemán Der Spiegel descubrió las ocultaciones de las cuentas nacionales que el estado griego (gobernado por las derechas) había realizado con la complicidad de aquel banco estadounidense (que recibió un pago por ello de 800 millones de euros). Es imposible que la Comisión Europea (cuya mayoría son de partidos de derechas), no lo supiera. Por cierto, el que era Vicepresidente para Europa del Banco Goldman Sachs, que realizó operaciones financieras con el gobierno conservador griego para ocultar la situación real del déficit público del estado griego, el Sr. Mario Draghi será el nuevo Presidente del Banco Central Europeo, poniendo a la cabeza de este Banco (que es un lobby de la banca, en lugar de ser un Banco Central) a la persona que ayudó más al desfalco de las cuentas públicas del estado griego.

Cuando el gobierno socialista salió elegido descubrió estos problemas, indicando que el déficit y la deuda eran mucho mayores de lo que el gobierno conservador había indicado. El estado está enormemente endeudado. Los bancos alemanes y franceses, pero también los bancos griegos (donde los ricos griegos depositan su dinero) han comprado la deuda pública a unos intereses abusivos. Por cierto, la mal llamada ayuda a Grecia es para asegurarse que el estado griego pagará a tales bancos. Y la enorme austeridad impuesta a la población griega por parte del estado (77.000 millones de euros, de los cuales 28.000 millones serán en recortes de gasto público y 50.000 millones en privatizaciones del patrimonio nacional) es para poder pagar a los bancos.

EL EURO Y LA CRISIS

Este endeudamiento del estado griego es beneficioso para los bancos y también para los ricos que no pagan impuestos, forzando al estado a endeudarse aún más. Pero es también beneficioso para los ricos y para los bancos extranjeros, pues el estado se siente en la necesidad de privatizar sus propiedades (a unos precios irrisorios) con lo cual vemos una enorme demanda de euros por parte de bancos de inversión para comprar tales propiedades. En realidad, en contra de lo que constantemente se dice y se alarma, el euro está en muy buena salud (demasiado buena para los empresarios españoles que tienen problemas para exportar), y ello se debe a la enorme demanda de euros con los cuales se compra la privatización de los bienes públicos de Grecia (y de España). Véase el caso de las cajas e ahorros españolas, que se están vendiendo a unos precios muy bajos. Y todo ello con la ayuda del Estado. De ahí que las privatizaciones sean una estrategia impuesta por la banca a los países del euro como manera de conseguir la venta del patrimonio y servicios muy rentables de los países periféricos.

 Vemos así como el enorme dominio de la banca explica que los estados periféricos estén estancados en su deuda sin poder salir de ella, lo cual no ocurre por incompetencia, sino por diseño, pues así consigue introducirse y conseguir mayor rentabilidad al comprar a recios muy bajos lo que antes era público. Cualquier lector de este artículo debiera indignarse. Por cierto, este artículo fue enviado algunos de los medios de mayor difusión del país, ninguno de los cuales consideró oportuno publicarlo. Agradecería al lector que lo distribuyera lo más ampliamente posible.


sábado, 23 de julio de 2011

El Espíritu del 9 de julio

El candidato socialista a la presidencia del gobierno hizo el pasado 9 de julio su primer mitin como tal, planteando un discurso tímidamente reformista cuyos puntos más importantes fueron la reforma de la ley electoral y la propuesta de dedicar parte del beneficio de los bancos a crear empleo, sobre todo para jóvenes. Sin duda, un claro guiño a las ansias democráticas de una mayoría de la población y a la contestación social de los últimos meses. Existe un porcentaje muy alto de la ciudadanía que ha simpatizado con las demandas de mayor democracia realizadas a partir del 15 de mayo.
            El sistema ha dado una respuesta clara. Por un lado, la derecha ha hecho caso omiso de estas reivindicaciones alegando que lo que tenemos es la democracia real y en algunos casos, ridiculizando a los ciudadanos que han salido a la calle. Normal. Los socialistas, lejos de admitir que el sistema no responde a las expectativas de la población, plantea tímidas reformas que poco van a cambiar el estado de las cosas. Desde luego decir que van a dedicar parte del beneficio de los bancos a crear empleo es una quimera pues este tema se escapa de la política nacional. Decir que nos van a endosar un sistema electoral como el alemán es querer decir que cambian algo para no cambiar nada. Después de la segunda guerra mundial una de las potencias ganadoras, Estados Unidos, impuso la democracia parlamentaria en Europa. Dado que en el parlamentarismo no es el pueblo quién elige a los gobiernos (solo se elige a los parlamentarios), la formación de gobiernos depende de las negociaciones entre partidos y personas. Puede existir una mayoría parlamentaria que no forma gobierno, una mayoría popular que no gobierna. Si añadimos aquella máxima de que toda persona tiene un precio (y en estos niveles se juega con mucho dinero) podemos llegar a la conclusión de que el sistema es fácilmente manipulable. En aquella Europa los partidos comunistas tenían mucho apoyo popular. Un sistema de elección directa del gobierno por parte del pueblo hubiese puesto en el poder a los comunistas al menos en Italia y en Francia. Éstos, en un sistema parlamentarista nunca llegarían al poder pues conformar una mayoría absoluta es muy difícil (y menos con la propaganda en contra). Además, solo hay que poner mucho dinero en múltiples partidos para que el voto se divida y aunque se obtenga mayoría, la suma del resto de los partidos impediría la formación de un gobierno. En el peor de los casos, se puede recurrir a la compra-venta de representantes (toda persona tiene un precio). En un sistema de separación de poderes esto sería más complicado. Por otro lado, los comunistas no querían saber nada de un sistema democrático importado del imperio capitalista, por lo que todos de acuerdo.
            Claro, este es el sistema que no se quiere tocar pues, aunque los comunistas sean cosa del pasado, eso de otorgar el poder de decisión a la gente es peligroso para esa aristocracia que vive en los partidos. Ningún sistema se hace el harakiri motu proprio. Me sabe muy mal decirlo pero me recuerda, salvando las distancias, al famoso Espíritu del 12 de febrero cuando una parte del sistema franquista quiso realizar un tímido gesto de apertura permitiendo el asociacionismo político dentro del sistema. Ningún demócrata pensó que aquello pudiera llegar a algo. De la misma forma, los españoles que reivindicamos más democracia pensamos que el problema no está en un pequeño gesto para recuperar el voto perdido y que al final nada cambie. El problema está en un sistema parlamentarista anquilosado, vetusto y demasiadas veces putrefacto. No queda más remedio que ir hacia un proceso constitucional. Cualquier otra maniobra es retrasar la solución.

El sistema electoral en sentido estricto

            El sistema electoral canario ha hecho correr ríos de tinta, pues no creo que exista en el mundo una democracia, por decir algo, tan peculiar como la nuestra. Incluso tenemos una asociación cívica, demócratas para el cambio, que desde hace tiempo lucha a favor de un sistema más justo para nuestros habitantes. Es probable que el movimiento 15-M haya vuelto a activar la polémica, o al menos muchos veamos en los jóvenes la oportunidad de poner algo de cordura en nuestro sistema político.
            Desde hace tiempo, lo tengo que confesar, me irritan bastante las ideas peregrinas que lanzan unos y otros para deshacer el entuerto. Hemos oído de todo y en algunos casos hasta para no creerlo. Sin embargo, el sociólogo y profesor Miguel Guerra publicó recientemente un interesante análisis acerca de la desproporción existente entre la población y la representación política. En dicho artículo ofrece los datos correspondientes a un sistema estrictamente proporcional para la asignación del número de diputados en el parlamento canario. Al final realiza una clara y lógica propuesta de aumentar el número de diputados a 75. Sin embargo, al hablar de la aplicación de un sistema estrictamente proporcional concluye diciendo que “seguirla en sentido estricto, agudizaría el conflicto y su salida. Canarias es una Comunidad territorialmente fragmentada y sus habitantes viven en islas muy diferenciadas y por tanto, no sería democrático tratar con un único criterio, el poblacional, la compleja singularidad que la insularidad entraña”.
            Sin embargo, la democracia en sentido estricto es una persona, un voto y de igual valor. Cualquier otra solución puede ser puesta en tela de juicio. El problema ahora reside en el criterio geográfico. Aquí ocurre como en las matemáticas y es que no se pueden sumar peras con manzanas. Una cosa es elegir a personas que te representen en relación a una forma de pensar, una causa, una ideología,… y otra la defensa de la población que vive en un territorio. No tienen nada que ver y el que lo intenta fracasa de igual forma que quien hace la misma tontería a la hora de sumar o restar.
            Cualquier democracia que se precie tiene un parlamento donde los representantes son elegidos por distritos electorales de igual número de habitantes (con alguna concesión), que responde a las formas de pensar de sus votantes. Punto. Ahora viene el problema geográfico. Cualquier democracia que se precie tiene una segunda cámara, normalmente constituida por dos o tres representantes de cada unidad geográfica, en nuestro caso serían dos o tres por cada isla. El propósito de esta cámara no es otro que evitar que se legisle en perjuicio de unas u otras unidades geográficas (normalmente sobre las que menor población tienen), y por eso se requieren mayorías de dos tercios para aprobar las leyes. Punto.
            Ahora saldrá el discurso facilón de siempre. Una segunda cámara, con lo que eso nos cuesta a los contribuyentes y bla, bla, bla,… Quién dice esto no tiene idea de las cifras en las que se mueve una región como Canarias y desde luego es más barato que instituciones que para nada sirven (p.e., televisión canaria, diputado del común,…). En cualquier caso, está cámara nos costaría menos que el desaguisado que ha promovido que el 15% de la población se constituya en mayoría, el neocaciquismo que se ha creado y la pobreza que ha generado. La actual ley no impide tener una segunda cámara, y designar a dos o tres personas por isla lo podemos hacer a la hora de las elecciones a cabildos. Si no se hace es porque no se quiere.

El 15-M y la preocupación de muchos

En estos días no paramos de leer comentarios y más comentarios sobre cuál será el devenir del denominado movimiento 15-M. Existe un debate sobre la viabilidad o no de los indignados, sus formas de proceder, las asambleas, su organización, si forman partido político, si lo hacen bien o lo hacen mal, y bla, bla, bla… Es curioso lo que nos preocupamos por el futuro de este fenómeno social.
            Desde mi particular punto de vista, poco importa todo esto. Realmente lo que ha ocurrido es que una parte importante de la población se ha dado cuenta de que el sistema democrático no responde a las expectativas que la sociedad tiene. De repente observa que los mecanismos que tenemos para decidir, para que nuestros representantes no se vayan por los Cerros de Úbeda, para que defiendan nuestros intereses,… no funcionan. Y no funcionan desde hace mucho tiempo, lo cual ha hecho que nuestro país se haya empobrecido. Hoy en día se sabe a ciencia cierta que el nivel económico de un país y el de sus ciudadanos (no siempre van a la par) es directamente proporcional a los niveles democráticos que gozan sus ciudadanos. Los países más democráticos son los que mayor nivel de vida tienen.
La democracia históricamente ha promovido más felicidad al ser humano, por supuesto en términos relativos. Los países más avanzados del planeta son los más democráticos. En éstos nunca han existido hambrunas como las que hemos visto en cualquier tipo de dictadura, muchas veces afectando a millones de personas. Por supuesto, hablo de países democráticos y no en los que simplemente existen elecciones. Cuando hay democracia, hay discusión, disenso y resolución. Cuanta más democracia, mayor discusión, mayor disenso y mejor resolución. A mayor democracia, mayor avance económico y social. Cuando no hay democracia no hay nada de nada, solo pobreza. De la misma forma, entre una democracia avanzada y una dictadura existe un enorme abanico de desarrollo social y económico. En un reciente artículo de una prestigiosa revista científica se llega a la conclusión de que la corrupción mata, pues en los países más corruptos las víctimas producidas por los desastres naturales son órdenes de magnitud superiores. Lo importante en dicho trabajo científico es que demuestra que los países con menor corrupción son los de mayor nivel económico por habitante. Por ejemplo, cuando no existe seguridad jurídica, la emprendeduría dentro de un país es una quimera. Si el Estado autoritario tiene la potestad de acosar al ciudadano, a las empresas, a los científicos,… no habrá progreso. Nadie querrá invertir donde la probabilidad de perderlo todo es muy alta. Alcanzar altos niveles democráticos es, sin duda, un antídoto para la corrupción.
Por eso no me preocupa el devenir del movimiento 15-M. Han logrado casi un milagro, o más bien dos. El primero concienciar a los ciudadanos de que poco deciden y que esto nos lleva a la pobreza (mucho paro, reducción de salarios, pensiones, destrucción del Estado de Bienestar,…). Y segundo que han generado la idea de que el parlamentarismo no nos satisface. Necesitamos separación de poderes, una ley electoral acorde con dicha separación de poderes, partidos democráticos, representantes cercanos, decisiones por referéndum, limitación de mandatos, igualdad, condiciones sociales justas, trabajo,… En fin, todo aquello que nos hace más ciudadanos, más libres y por qué no, más felices. No nos preocupemos mucho por el devenir de este movimiento, esa idea es imparable.

El sistema no se mantiene

Se ha consumado otro pacto de perdedores. Curioso sistema democrático donde para gobernar hay que perder las elecciones. Ya ocurrió en las pasadas elecciones y se repite ahora. Es la denominada aritmética parlamentaria que nada tiene que ver con la democracia. Lo terrible del asunto es que ya lo sabíamos pues tenían el pacto cerrado desde hace tiempo. Prácticamente lo que también ocurrió en las pasadas elecciones. La pregunta es si merece la pena ir a votar pues en este sistema poco hay que hacer. Si dos partidos llegan al acuerdo de gobernar es prácticamente imposible hacer otra cosa. Entonces, para qué la opereta democrática, para qué tanta parafernalia, para qué tanta fiesta democrática, para qué tanta tomadura de pelo. La degeneración del sistema hace que ya los pactos ni siquiera se hagan con posterioridad a las elecciones. Ya han perdido la vergüenza.
            En Extremadura la izquierda ha propiciado un gobierno del Partido Popular. Parece claro que los votantes que se decantaron por posiciones más a la izquierda no querían ese resultado, pero otra vez la aritmética parlamentaria. Se puede alegar lo que se quiera pero hay que preguntarse qué es lo que realmente hubiese querido la mayoría. Y esa es precisamente la pregunta que no nos dejan hacer. Está prohibida. Al final nunca elegimos a nuestro poder ejecutivo, a nuestros alcaldes, presidentes de cabildo y presidentes de gobierno autónomo o nacional. Eso es cosa de ellos. Hasta cuándo habrá que soportar el vomitivo baile de pactos y vendettas. Hasta cuándo.
            Un sistema electoral democrático debe ser un sistema a dos vueltas donde en una primera elección el ciudadano vaya a votar aquella opción que más se identifique con su forma de pensar. El ciudadano vota en conciencia. Si no existe mayoría, en una segunda vuelta se elige al alcalde o presidente entre los dos más votados. Ahora el ciudadano cuya opción quedó en el camino puede realizar un voto útil. La decisión la realiza la ciudadanía y no un grupo de personas que de entrada se juegan su permanencia en el partido y en la política.
            Ahora la pregunta es clara. ¿Qué hubiesen votado los ciudadanos de Canarias en las dos últimas elecciones? ¿Qué hubiesen hecho los votantes de Izquierda Unida en Extremadura? Estoy seguro de que los resultados no hubiesen sido los mismos. El sistema nos quita la voz, nos quita la decisión, y cada vez más, nos produce cierta repugnancia. El olor se percibe.
            Ahora nos venden de entrada que van a cambiar el sistema electoral para, en realidad, no cambiar nada. Lo peor es que a nadie se le cae la cara de vergüenza. Sin embargo, la ciudadanía tiene muy claro que la democracia es el gobierno de las mayorías y éstas las elige el pueblo. También tiene claro que democracia es una persona un voto y con el mismo valor. Esto es irrenunciable, es la esencia de la democracia. En el estado actual, el sistema no se mantiene.

El domingo dejaremos claro que no somos idiotas

El vocablo idiota deriva de la palabra griega idiotés utilizado para referirse a quien no se metía en política, preocupado tan solo en lo suyo, incapaz de ofrecer nada a los demás. Suelen coincidir con lo que se denomina analfabeto político pues ni discute, ni habla de política, ni quiere participar en ella. Ese pasotismo engendra la corrupción y termina afectando la vida personal pues la libertad, el trabajo, la vivienda, los servicios sociales,… dependen de decisiones políticas. Quizás lo decepcionante del actual sistema democrático, el de la abierta manipulación y corrupción, es que existe porque los ciudadanos les dejan (pasan).
Las socialdemocracias en el mundo vienen perdiendo votos desde hace décadas mientras que la derecha aumenta su representación. A nivel europeo esta tendencia se observa ya desde hace años. Esto parece ocurrir porque los jóvenes están desertando, y no porque de la noche a la mañana hayan pasado a ser de derechas, sino por un desencanto generalizado por la política, al menos la oficial. Muchos jóvenes lo que no quieren es oír hablar de la política impuesta desde un sistema en el que no creen, o al menos les plantea terribles dudas. Muchos de ellos perciben el sistema democrático actual como falso e indecente. Perciben el sistema de partidos políticos como una opereta que solo beneficia a unos pocos. Cuando estos jóvenes muestran su desconfianza del sistema (o simplemente lo rechazan) se les dice que siempre hubo tiempos peores, que tienen que elegir entre esto o la dictadura. Por tanto, se les induce a ir a votar las actuales opciones (normalmente dos) pues no existe otra alternativa. Solo en situaciones muy candentes de la realidad política del país han ido a votar en masa, decantando el arco parlamentario hacia la izquierda. Por tanto, no es que no quieran saber nada de política, lo que no les interesa es la actual política de partidos.
Curiosamente el sistema induce a los ciudadanos a pasar de la política. Nos han hecho creer que esto de la democracia es cosa de unos señores que aparecen en unas listas impuestas por los partidos y que, una vez legitimados, son los portadores de nuestro destino. Nos han educado para ser idiotas, ciudadanos que no se meten en política pues eso es cosa de ellos. Cualquiera que haya tenido la peregrina idea de poner algo de sensatez en la política sin pertenecer a sus partidos ha sido rápidamente acallado. En ocasiones ha costado las legítimas aspiraciones en el trabajo y hasta el mismo puesto de trabajo. A éstos se les ha puesto cara de idiota y a los demás se les ha enviado un mensaje, es mejor ser idiota y no meterse en política.
Hasta ahora han sido minorías las que han sufrido este indecoroso sistema democrático. Sin embargo, ya son muchos los que perciben el olor putrefacto. Después de mucho tiempo, hay que decirle a ese sistema de partidos imperante que se acabó, que nos pueden tratar como inocentes pero no como idiotas. El domingo es uno de esos días en los que seguro haremos historia. No importa que seas de derechas o de izquierda. Lo que está en juego son las normas para la convivencia, acabar con la opereta de los partidos, sus pactos y chanchullos. Saldremos a la calle y les diremos que se acabó el tiempo de los idiotas.

Prende la luz

Se ha tardado más de 30 años y es que no hay mal que cien años dure. Cuando en la transición un grupo de españoles denunció que aquello que nos prometían no era democracia, las mayorías, y no digamos los partidos políticos los tomaron por locos. Aquellos que denunciaron que los partidos políticos se convertirían en una especie de monstruos del poder no tardaron en percibir los efectos de ese poder. Ahora es una buena parte de la población la que ha quedado estupefacta con las disparatadas medidas consensuadas por los partidos mayoritarios para solventar la crisis. Ya no disparan sobre unos pocos, ya lo hacen sobre la mayoría. Es ahora cuando la gente ha reaccionado ante tanto desafuero.
            Las formas en las que se ha iniciado el denominado movimiento 15-M han sido un clásico. Estos manifestantes se han negado a cerrar una protesta y lo han hecho bien, y sin quererlo han sido increíblemente mediáticos por la oportunidad del momento. En todo el país y en toda Europa se perciben las mismas inquietudes. También lo han sido al trascender numerosas frases brillantes y propuestas a modo de titulares. Personalmente me gustan esas formas pero me preocupa que se queden ahí. Es una moda que se inició en Mayo del 68 y que simplemente quedó en eso, en frases para la historia. Fue patético observar como más de un millón de personas pasó por delante de la sede del gobierno francés y a nadie se le ocurrió ni siquiera mirar hacia adentro. No tenían una propuesta para cambiar el sistema, ni un norte común para todos aquellos manifestantes. Aquello pasó a la historia sin más, solo quedaron algunos cambios culturales.
            En las protestas de los indignados si parece existir un norte común, el deseo de más democracia. Me atrevería a decir que simplemente democracia pues ese sistema político es mucho más de lo que tenemos. No se basa en elegir unos representantes cada cuatro años por un sistema de listas que te imponen, que no te queda otro remedio que aceptarlas, con un sistema electoral que no te permite elegir ni a tu presidente, ni a tu alcalde, donde muchas veces gobiernan los que pierden las elecciones, donde si votas al partido A porque no quieres el B, observas que con tu voto sale el que no quieres,… cuando no existe separación de poderes, cuando esos mismos partidos eligen a jueces y fiscales, cuando todo el poder está concentrado en unas pocas manos, cuando esas manos están pagadas por las muy costosas campañas electorales, pagadas a su vez por los empresarios, cuando la prensa está también en sus manos, cuando el mecanismo del referéndum está absolutamente vetado, cuando el ciudadano no tiene voz,… Todo parece ser una farsa, predomina la conchupancia y no es de extrañar que en algún momento alguien se pregunte si esto es realmente una democracia. También se eligen representantes en Marruecos y a nadie con sentido común se le ocurre decir que aquel es un país democrático.
            Estamos ante uno de los retos más complicados de la política, pues nadie que disfrute del poder que tiene esa aristocracia que habita en los partidos, tanto en España como en Europa, está dispuesto a cederlo fácilmente. Sin embargo, esta vez no se trata de conquistar un derecho para una minoría, se trata de que nos devuelvan lo que es nuestro, lo que nos pertenece a todos. La luz ha prendido y va a ser difícil apagarla.