sábado, 23 de julio de 2011

El domingo dejaremos claro que no somos idiotas

El vocablo idiota deriva de la palabra griega idiotés utilizado para referirse a quien no se metía en política, preocupado tan solo en lo suyo, incapaz de ofrecer nada a los demás. Suelen coincidir con lo que se denomina analfabeto político pues ni discute, ni habla de política, ni quiere participar en ella. Ese pasotismo engendra la corrupción y termina afectando la vida personal pues la libertad, el trabajo, la vivienda, los servicios sociales,… dependen de decisiones políticas. Quizás lo decepcionante del actual sistema democrático, el de la abierta manipulación y corrupción, es que existe porque los ciudadanos les dejan (pasan).
Las socialdemocracias en el mundo vienen perdiendo votos desde hace décadas mientras que la derecha aumenta su representación. A nivel europeo esta tendencia se observa ya desde hace años. Esto parece ocurrir porque los jóvenes están desertando, y no porque de la noche a la mañana hayan pasado a ser de derechas, sino por un desencanto generalizado por la política, al menos la oficial. Muchos jóvenes lo que no quieren es oír hablar de la política impuesta desde un sistema en el que no creen, o al menos les plantea terribles dudas. Muchos de ellos perciben el sistema democrático actual como falso e indecente. Perciben el sistema de partidos políticos como una opereta que solo beneficia a unos pocos. Cuando estos jóvenes muestran su desconfianza del sistema (o simplemente lo rechazan) se les dice que siempre hubo tiempos peores, que tienen que elegir entre esto o la dictadura. Por tanto, se les induce a ir a votar las actuales opciones (normalmente dos) pues no existe otra alternativa. Solo en situaciones muy candentes de la realidad política del país han ido a votar en masa, decantando el arco parlamentario hacia la izquierda. Por tanto, no es que no quieran saber nada de política, lo que no les interesa es la actual política de partidos.
Curiosamente el sistema induce a los ciudadanos a pasar de la política. Nos han hecho creer que esto de la democracia es cosa de unos señores que aparecen en unas listas impuestas por los partidos y que, una vez legitimados, son los portadores de nuestro destino. Nos han educado para ser idiotas, ciudadanos que no se meten en política pues eso es cosa de ellos. Cualquiera que haya tenido la peregrina idea de poner algo de sensatez en la política sin pertenecer a sus partidos ha sido rápidamente acallado. En ocasiones ha costado las legítimas aspiraciones en el trabajo y hasta el mismo puesto de trabajo. A éstos se les ha puesto cara de idiota y a los demás se les ha enviado un mensaje, es mejor ser idiota y no meterse en política.
Hasta ahora han sido minorías las que han sufrido este indecoroso sistema democrático. Sin embargo, ya son muchos los que perciben el olor putrefacto. Después de mucho tiempo, hay que decirle a ese sistema de partidos imperante que se acabó, que nos pueden tratar como inocentes pero no como idiotas. El domingo es uno de esos días en los que seguro haremos historia. No importa que seas de derechas o de izquierda. Lo que está en juego son las normas para la convivencia, acabar con la opereta de los partidos, sus pactos y chanchullos. Saldremos a la calle y les diremos que se acabó el tiempo de los idiotas.

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